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Es hora de que los legisladores protejan a creadores y periodistas para que sigan haciendo su trabajo y reciban una retribución justa por él.
Imagina que el trabajo de tu vida, tu esfuerzo, la fuente de tu sustento, es robado. Peor aún: imagina que los ladrones utilizan tu trabajo para construir un negocio multimillonario que crea cosas sin descanso, a una velocidad vertiginosa, que genera productos que compiten directamente contra ti.
Esto es exactamente lo que está ocurriendo hoy. Los desarrolladores de inteligencia artificial (IA) escrutan Internet, arrasando con todo el contenido que encuentran en línea -música, películas, libros, fotografías, artículos periodísticos, código informático- sin tener en cuenta las condiciones de servicio de las webs de origen ni su legalidad. Mientras que cualquier otra empresa del mundo debe obtener licencias para usar contenido protegido por derechos de propiedad intelectual, las compañías de IA, incluso aquellas de mayor tamaño y recursos, han decidido ignorar la ley en su carrera por dominar el mercado.
El robo ilegítimo del contenido es solo una parte del problema. El daño se agrava cuando los desarrolladores utilizan ese contenido para entrenar sus algoritmos de IA, produciendo resultados que derivan, imitan o incluso repiten literalmente el contenido con el que fueron entrenados. Esos productos inundan el mercado con contenido generado por máquinas que compite directamente con el contenido humano en el que se basan.
Es una violación flagrante de las leyes de casi todos los países. Leyes que prohíben el robo, protegen la propiedad intelectual y garantizan una correcta competencia. Pero esto está ocurriendo a gran escala y de forma desenfrenada, y amenaza la existencia de industrias y sectores laborales enteros.
Es comprensible que creadores y periodistas de todo el mundo hayan pedido a los legisladores que pongan fin a esta injusticia. Gran parte de este esfuerzo ha sido liderado globalmente por la Human Artistry Campaign, que hace más de un año y medio logró un consenso entre las industrias artísticas, creativas y periodísticas del mundo en torno a siete principios fundamentales sobre la IA. El primero de estos principios sostiene que «la tecnología siempre ha empoderado la expresión humana, y la IA no será diferente». Otros principios exigen licencias y autorizaciones para usar obras protegidas, así como transparencia en el uso de la IA, conservación de un registro de datos y otras prácticas responsables. A través de estos principios, más de 180 organizaciones de 36 países nos hemos unido para abogar por una IA responsable y detener su abuso y uso irresponsable.
Las leyes y los tratados internacionales sobre propiedad intelectual existen para proteger a los creadores y periodistas contra la usurpación de su trabajo. Se han presentado numerosas demandas con el apoyo de la Human Artistry Campaign en un intento de detener este comportamiento indignante, pero los tribunales no están diseñados para actuar con la rapidez que exige una tecnología vertiginosa y un mercado de crecimiento descontrolado como el de la IA. Los desarrolladores lo saben y están jugando la carta del largo plazo: ganar tiempo, integrar la tecnología en todos los ámbitos y lidiar con las consecuencias años después, cuando los tribunales finalmente los responsabilicen.
Pero ¿qué sucede mientras tanto con las industrias creativas y el periodismo, cuando su propiedad intelectual es absorbida y arrasada por la marea del ruido generado con IA? No hace falta ser economista para comprender el devastador impacto de este robo sin control: la inversión en nuevas obras artísticas se seca, el periodismo de calidad se reduce y los empleos disminuyen drásticamente.
Es hora de que los responsables políticos actúen y pongan fin a esta injusticia. Nuestra sociedad se merece algo mejor, y nuestra humanidad lo necesita. Recientemente, más de 10.000 creadores se unieron para firmar una carta abierta que defiende una premisa simple: «El uso no autorizado de obras creativas para entrenar IA generativa es una grave e injusta amenaza para la subsistencia de las personas que se encuentran detrás de esas obras, y no debe permitirse».
La lista de firmantes sigue creciendo, pero para que estas palabras tengan impacto los legisladores deben escuchar este llamamiento. El tiempo apremia y nuestros líderes deben actuar: es hora de defender lo que es justo y correcto. Es hora de proteger a creadores y periodistas para que sigan haciendo su trabajo y reciban una retribución justa por él.


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