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De cierta manera, el mundo tuvo suerte con el nuevo coronavirus. Por pura casualidad, los científicos tenían años estudiando diferentes coronavirus y pudieron desarrollar exactamente las herramientas necesarias para fabricar vacunas contra el covid-19 en cuanto fue publicada la secuencia genética del virus.
¿Qué pasará si la próxima pandemia proviene de un virus que causa la fiebre de Lassa, o de la cepa de ébola de Sudán, o de un virus Nipah?
Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas (Niaid, por su sigla en inglés), está promoviendo un plan ambicioso y costoso de preparación para estos escenarios de pesadilla. Costaría “unos pocos miles de millones de dólares” al año, tomaría cinco años poder ver la primera cosecha de resultados e involucraría a un gran grupo de científicos, dijo.
La idea es fabricar vacunas “prototipo” como protección contra los virus de unas 20 familias que podrían desencadenar una nueva pandemia. Por medio de herramientas de investigación que resultaron ser exitosas para el covid-19, los investigadores tendrían como objetivo descubrir la estructura molecular de cada virus, aprender dónde deben atacarlo los anticuerpos y cómo espolear al cuerpo a que produzca exactamente esos anticuerpos.
“Si logramos obtener el financiamiento, y creo que así será, lo más probable es que comience en 2022”, dijo Fauci, y agregó que ha estado promoviendo la idea “en conversaciones con la Casa Blanca y otros”.
Francis Collins, director de los Institutos Nacionales de Salud, también piensa que es probable que el proyecto —el cual calificó de “convincente”— logre la asignación de los fondos necesarios.
Mientras comenzamos a contemplar un final exitoso de la pandemia del covid-19, no debemos volver a la complacencia”, afirmó Collins.
Gran parte del apoyo financiero provendría del instituto de Fauci, pero un proyecto de esta magnitud requeriría de fondos adicionales que tendrían que ser asignados por el Congreso. El presupuesto de este año para el Niaid es de poco más de US$6 mil millones. Fauci no especificó cuánto dinero adicional se necesitaría.
La lógica es que, si las redes de vigilancia detectaran un nuevo evento de derrame de un virus de animales a personas, los científicos podrían detenerlo inmunizando a las personas en el brote tras fabricar rápidamente la vacuna prototipo. Y si el virus logra propagarse antes de que el mundo se dé cuenta de lo que está sucediendo, las vacunas prototipo podrían distribuirse de forma más amplia.
“La clave de todo esto sería tratar de contener los eventos de derrame antes de que se conviertan en brotes”, dijo Dennis Burton, investigador de vacunas y director del departamento de inmunología y microbiología del Centro de Investigación Scripps.
El proyecto de las vacunas prototipo es una idea original de Barney Graham, subdirector del Centro de Investigación de Vacunas del Niaid. Presentó la idea en febrero de 2017 en una reunión privada de directores del instituto.
Año tras año, varios virus habían amenazado con convertirse en pandemias, dijo Graham: la gripe porcina A (H1N1) en 2009, chinkunguña en 2012, SROM en 2013, ébola en 2014, zika en 2016. En cada ocasión, los científicos se apresuraron a intentar hacer una vacuna. Su único éxito fue parcial: una vacuna contra el ébola que ayudó a controlar la epidemia pero que no funcionaría contra otras cepas del virus. Las otras epidemias se desvanecieron antes de que se pudieran fabricar o probar las vacunas.
“Estábamos cansados”, admitió Graham.

