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Andrea Skinner dijo en el Toronto Star que su padrastro abusó sexualmente de ella a los 9 años y que su madre se quedó con él tras enterarse.
Debido a la fama de su madre, escribió Skinner, “el silencio continuó”. Munro murió el 13 de mayo a los 92 años.
“Lo que quería era algún registro de la verdad, alguna prueba pública de que no me merecía lo que me había pasado”, escribió Skinner sobre acudir a la policía en 2005, unos 30 años después de que comenzaran los abusos.
“También quería que esta historia, mi historia, formara parte de las historias que la gente cuenta sobre mi madre”, continuó Skinner. “No quería volver a ver una entrevista, biografía o acontecimiento que no luchara con la realidad de lo que me había ocurrido, y con el hecho de que mi madre, enfrentada a la verdad de lo ocurrido, eligió quedarse con mi agresor y protegerlo”.
No se logró contactar a Skinner el domingo.
Skinner escribió que los abusos comenzaron en 1976, cuando ella tenía 9 años y fue a visitar a Fremlin, que entonces tenía unos 50 años, y a su madre, que tenía unos 40 años. Dijo que él se metió en la cama donde ella dormía y la agredió sexualmente. Skinner dijo que se lo contó a su madrastra, quien a su vez se lo contó al padre de Skinner. Su padre no se enfrentó a Munro.
Durante los años siguientes, escribió Skinner, Fremlin se exhibió frente a ella en los viajes en coche, describió las necesidades sexuales de su madre y “me habló de las niñitas del barrio que le gustaban”. Según el artículo del Toronto Star, perdió el interés por Skinner cuando esta llegó a la adolescencia.
Con el tiempo, la reputación de Munro como autora fue creciendo. Cuando murió, era considerada una de las mejores escritoras de cuentos de todos los tiempos. Su obra se centraba a menudo en mujeres en diferentes etapas de la vida, mezclando “gente corriente y temas extraordinarios”, según su obituario en The New York Times. Fue galardonada con el Premio Nobel en 2013, cuando tenía 82 años.
Cuando Skinner era veinteañera, Munro expresó su simpatía por un personaje de un relato corto que muere por suicidio tras sufrir abusos sexuales de su padrastro. Fue después de esto, escribió Skinner, cuando decidió contarle a su madre los abusos sufridos.
En una carta le contó lo que Fremlin le había hecho. En lugar de reaccionar con simpatía, dijo Skinner, Munro “reaccionó exactamente como yo había temido que lo haría, como si se hubiera enterado de una infidelidad”.
Munro dejó a Fremlin y se fue a vivir a un apartamento de su propiedad en la Columbia Británica. Fremlin escribió cartas a la familia, según Skinner, en las que admitía los abusos, pero le echaba la culpa a ella.
Cuando acudió a la policía en 2005, llevó estas cartas.
“Describía a mi yo de 9 años como una ‘rompehogares’”, escribió Skinner. Según el ensayo de Skinner y el artículo del Toronto Star, Fremlin la acusó de invadir su dormitorio “para tener aventuras sexuales” en una de las cartas que escribió a la familia.
“En el peor de los casos, tengo la intención de hacerlo público”, escribió Fremlin, según el ensayo de Skinner. “Pondré a disposición para su publicación una serie de fotografías, en particular algunas tomadas en mi cabaña cerca de Ottawa que son extremadamente elocuentes… una de Andrea en mi ropa interior”.
A pesar de todo, escribió Skinner, Munro volvió con Fremlin y se quedó con él el resto de su vida.
“Ella dijo que se lo habían dicho ‘demasiado tarde’”, escribió Skinner, que “lo quería demasiado, y que nuestra cultura misógina tenía la culpa si esperaba que ella negara sus propias necesidades, se sacrificara por sus hijos y compensara los fallos de los hombres. Insistió en que lo que había pasado era entre mi padrastro y yo. No tenía nada que ver con ella”.
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