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Cuando el ejército israelí liberó a cuatro rehenes, la zona aledaña recibió un intenso fuego que generó caos y pánico, según contaron testigos presenciales.
Un día después de que el ejército israelí rescatara a cuatro rehenes retenidos por militantes de Hamás en Nuseirat, los gazatíes describieron un intenso bombardeo durante la redada, seguido de caos en las calles por una operación en la que decenas de palestinos murieron y resultaron heridos.
Bayan Abu Amr, de 32 años, el sábado llevaba en brazos a su hijo Mohammad, de 18 meses, a las afueras del mercado principal de Nuseirat cuando se vio rodeada por los fuertes estampidos de los ataques aéreos que, según el ejército israelí, iban dirigidos contra los militantes para garantizar la evacuación segura de los rehenes y las fuerzas especiales.
“La gente corría como si fuera el día del juicio final; no sabía adónde correr”, dijo Abu Amr, quien se dirigía a dar el pésame a la familia de su tío por la muerte de dos de sus hijos. “Los niños gritaban, las mujeres se caían mientras corrían”.
Junto con otros gazatíes, consiguió subirse a una camioneta que pasaba por allí y que intentaba sacar a la gente sana y salva en medio de los ataques, recordó. Una niña se separó de su madre en medio de la confusión, mientras que un anciano perdió el control y cayó al suelo, dijo.
Abu Amr llegó finalmente a casa con su hijo horas después, conmocionada por seguir con vida. “No volveré a sacar a mi hijo de casa”, dijo.
Para rescatar a los rehenes, las tropas israelíes entraron en dos edificios residenciales en los que estaban retenidos, según el contralmirante Daniel Hagari, portavoz militar israelí. Hagari dijo que había familias viviendo en los apartamentos, así como militantes armados de Hamás custodiando a los rehenes, lo que hacía “imposible llegar hasta ellos sin lastimar a los civiles de Gaza”.
El número exacto de víctimas mortales seguía sin estar claro mientras las autoridades de salud trataban de recopilar estadísticas en medio de escenas caóticas en los hospitales. Las autoridades de salud gazatíes informaron de que más de 200 personas habían muerto en la redada; el ejército israelí dijo que tenía constancia de menos de 100 bajas, sin especificar si se trataba de muertos, heridos o ambos. Ninguna de las partes proporcionó un desglose de combatientes frente a civiles.
El domingo, los pasillos y corredores del último gran centro médico del centro de Gaza, el Hospital de los Mártires de al-Aqsa, en Deir al-Balah, seguían estando “densamente abarrotados” de nuevos pacientes, después de que el sábado se llevaran allí más de 100 cadáveres, dijo Khalil Daqran, funcionario del hospital. Añadió que la mayoría de los cadáveres ya habían sido enterrados o reclamados por sus familiares.
El centro médico ―ya abarrotado antes de la misión de rescate israelí en la cercana Nuseirat― se desbordó, dijo Abdelkarim al-Harazin, de 28 años, médico que trabaja allí.
“El bombardeo fue inimaginablemente intenso”, dijo al-Harazin. “Todo el hospital se convirtió en una gigantesca sala de urgencias, mientras la gente venía a buscar a sus familiares muertos”.
Cuando al-Aqsa se vio desbordado, muchos de los heridos fueron enviados a un hospital de campaña cercano gestionado por el Cuerpo Médico Internacional, según Javed Ali, funcionario del grupo de ayuda.
Diana Abu Shaban, de 28 años, oyó disparos por primera vez cuando se disponía a tender la ropa cerca de la tienda de campaña donde se refugiaba en Nuseirat. Cuando el asalto se intensificó, dijo a sus hijas que se escondieran antes de darse cuenta de que la frágil carpa no podía protegerlas. Entonces las reunió y corrió hacia el centro médico de Al-Awda, el más cercano a ellas, en una búsqueda desesperada de seguridad.
Contó que su esposo, Saeed, se había marchado antes por la mañana al mercado, donde los residentes palestinos dijeron que los ataques habían sido especialmente intensos.
“Oí montones y montones de misiles”, dijo Abu Shaban. “Pensé que mi esposo moriría o resultaría herido”.
Al cabo de dos horas, el bombardeo amainó y ella y sus hijas abandonaron el hospital, dijo. Más tarde, descubrieron que su esposo había sobrevivido escondiéndose en una tienda cercana.
Abd Al-Rahman Basem al-Masri, de 25 años, quien vive en el extremo norte de Deir al-Balah, dijo que el sábado había sido el peor día que había presenciado desde el comienzo de la guerra.
Al-Masri dijo que él, su madre y su hermano menor habían regresado en auto de la casa de su tío y se acercaban a su casa cuando un ataque aéreo golpeó el suelo junto a ella.
En un video grabado por un amigo que también iba en el auto, se puede ver una nube de humo que se expande detrás del edificio. “En ese momento, perdí la esperanza de que pudiéramos seguir viviendo aquí”, dijo al-Masri.
Otro gazatí que vive en Nuseirat, que habló bajo condición de anonimato por temor a represalias, dijo que él y más de 10 miembros de su familia se escondieron en el interior durante horas mientras los intensos ataques aéreos sacudían el barrio. Dijo que no tenía ni idea de que hubiera rehenes en la zona.
Cuando cesaron los bombardeos, se dirigió a la zona devastada del mercado, donde dijo que vio la calle cubierta de sangre y cadáveres. Los gazatíes maldecían no solo a Israel, sino también a Hamás, culpándolos de haber provocado este desastre.
Afirmó que ni a Israel ni a Hamás les importaba la destrucción mientras trataban de atacarse mutuamente. Añadió que las víctimas eran gente común y corriente.